Trabajo como decoradora de interiores especializada en oficinas y espacios de trabajo, y no es por echarme flores, pero soy bastante buena, de hecho me acaban de nombrar la empleada del mes (algo simbólico en realidad), y como premio a mi excelente labor, un cliente contento me regaló un fin de semana por todo lo alto, en un fantástico hotel de lujo, con spa y un montón de instalaciones y servicios destinados al descanso y a la relajación.
Esta vez mi misión consistía en llevar la oficina al hogar del cliente, es decir, querían montar en el hogar un espacio de trabajo, con todo lo necesario para poder desenvolverse con total comodidad, un espacio funcional donde poder realizar su trabajo sin moverse de casa. Después de mucho buscar en internet me topé de golpe con los muebles de mis sueños, los muebles ideales para esta situación, los muebles de Dismobel, una empresa dinámica e innovadora perteneciente a un grupo de empresas del sector del hábitat, fabricación y distribución. Esta empresa, con más de 65 años de experiencia, evoluciona según las demandas y tendencias del mercado, y aquí encontré sillas, mesas, sillones, mesas de ordenador, archivadores, librerías y estanterías… todo lo necesario para crear un espacio de trabajo agradable con muebles de oficina cómodos y una decoración acogedora, creando un rincón único y apacible.
El cliente quedó tan contento que me obsequió con una alucinante fin de semana en París, para dos personas y con todos los gastos pagados.¡Menudo fin de semana! Con clientes así da gusto trabajar…. Y el hotel… nunca había estado en uno de semejantes características. Las habitaciones eran enormes y muy bien decoradas, los baños, de película y la decoración, totalmente de lujo; además ofrecía múltiples servicios de salud y tratamientos de belleza, sauna, spá, piscina climatizada, etc.
Es fácil suponer que estoy deseando volver, hay un montón de lugares preciosos que visitar, y en un fin de semana apenas hay tiempo para visitar unos cuantos. Aun así, se puede decir que aproveche bastante el tiempo y tuve la oportunidad los espacios más emblemáticos de la ciudad de la luz.
Qué ver en París en un fin de semana
París es una ciudad enorme llena de monumentos, espacios culturales, comercios, con un gran ambiente y una animada vida nocturna, y aunque dos días no dan mucho de sí, con una buena planificación del tiempo, realmente puedes conseguir que sea un viaje inolvidable.
Nada más llegar a la ciudad, dejamos las maletas en el hotel y sin perder tiempo nos fuimos a visitar la Torre Eifel – uno no puede ir a París y no ver la Torre Eifel – y aunque me encantó, tuvimos que hacer una cola enorme para poder subir, este es uno de los problemas de París, así como de otras ciudades de interés turístico, las grandes colas y el tiempo que pierdes esperando. Por supuesto subimos al mirador más alto, que ofrece unas vistas espectaculares de la ciudad del Sena.
A continuación dimos un agradable paseo por los Campos de Marte y seguimos nuestra ruta turística hasta el Museo Rodin.
Después de visitar el primer museo de nuestra lista, nos dirigimos hacia los Campos Elíseos, dónde se encuentran los mejores comercios de París y también los más caros, con unos precios realmente prohibitivos, solamente aptos para los bolsillos más privilegiados. Y llegando al final, nos encontramos con el Arco de Triunfo. En esa misma zona, aprovechamos para cenar, y aunque por norma general estos restaurantes son carísimos, buscamos en una app que nos llevó a un restaurante encantador y muy económico. Después nos fuimos de marcha al Barrio Latino…
Quise dedicar gran parte del día siguiente a visitar el Museo de Louvre, y mi obra de arte favorita, La Victoria de Samotracia, y al terminar la visita, nos acercamos a las Galerías Lafayette, donde hicimos algunas compras.
Por último, llegamos a Notre Dame, donde pudimos admirar los impresionantes monumentos que alberga, la Catedral o la Iglesia de SainteChapelle. Como ya era hora de noche, y aprovechando que estábamos cerca, volvimos al Barrio Latino, ideal para cenar y acabar la jornada con unas copitas.
Y al día siguiente, de vuelta…